miércoles, 24 de abril de 2013

Por el gusto de escribir algo: después de muchos días de silencio escritural me ha asaltado, en el baño, mientras me lavaba las manos antes de irme a acostar, el deseo de estar, a la luz de la lámpara, escribiendo. Deseo de escribir; no de decir algo. Pero deseo, también, de escribir en tanto que escritor: sin que ninguna razón, como no desea el deseo de estar a la luz de la lámpara, escribiendo, haya motivado mi acto. Mecerme en el equilibrio infrecuente y perecedero de la mano que va deslizándose de izquierda a derecha, oyendo los rasguidos de la pluma sobre la hoja del cuaderno, victorioso por el hecho de haber comprendido por fin que el deseo de escribir es un estado independiente de toda razón y de todo saber, liberado de toda exigencia de estructura, de estilo o de calidad, y lleno del silencioso clamor de las palabras que no son de nadie, que nadie puede acumular ni guardar para sí- la voz del mundo y de cada uno que resuena a través de mí en la noche apacible-. Cada vez que este deseo me viene, trae consigo la validez del universo entero y la de esa partícula sin nombre del universo que soy yo mismo.

JUAN JOSÉ SAER, 11/2/1975 

jueves, 4 de abril de 2013

Trato, trato y trato. Juro que trato. No sé si trato bien pero trato. No parece que estuviera tan decidido pero -hasta dónde sé- trato. Y trato. Quiero decir lo intento. Quiero decir creo que lo intento: Quiero decir creo que va a pasar, que esta vez sí, qué lo voy a hacer. Que llegó el momento, que es ahora, que al fin. Pero nada. O casi nada. Eso.