martes, 28 de junio de 2011

Doping

Cuando era chico tenìa un conejito que era hijo de una pareja de conejos de mi amigo Alberto. Me lo regalaron en un cumpleaños suyo, la pareja habìa tenido conejitos hace poco, muchos conejitos, y entonces ese dìa regalaron conejos a todo el que quisiera. El mejor souvenir que nunca me dieron.
La verdad ni me acuerdo còmo se llamaba el conejo. Lo tenìamos en el patio de casa, un patio chico de un departamento en planta baja. ¿Còmo se llamaba? No hay caso, no me acuerdo. Me acuerdo de la tortuga que obviamente se llamaba Manuelita y del pato que se llamaba, tambièn obviamente, Saturnino, pero no puedo acordarme el nombre del conejo. Lo que sì me acuerdo es de la mañana que lo encontramos muerto. Duro. Tirado de costado en el piso, las patas estiradas, los ojos cerrados. ¿Què le habrà pasado? Què raro decìamos hasta que barriendo el patio mamà encontrò una pastilla de valium mordida.

No hay comentarios: