domingo, 28 de octubre de 2007

DUELE

Ahí duele, justo ahí. Duele hace años. Vive. Un dolor que no se va nunca. Una molestia, una complicación y también ¿qué? ¿un signo? ¿una manifestación física de qué? o sea...encima del dolor y la molestia ¿hay que tomarse el trabajo de encontrarle sentido y significación? Podría ser, por qué no...
En todo caso: duele. Molesta, invade. Acompaña.
Este dolor de cuello me está matando, cada mañana despierto peor y cada día lo considero más parte mía, más una cosa hecha. Algo que ya fue. Algo que no tiene arreglo. Como quién dice: no sé ya a qué médico, osteópata, acupunturista, traumátologo, shiatzuterapeuta, masajista, sanador pránico, fisioterapeuta, quiropráctico o chamán ir para que me solucione el tema.
En un rato inevitablemente llegará el parche chino a tratar de calmarme en algo. Además se ha sumado en las últimas semana un exquisito pinzamiento digamos en toda la zona del hombro y el omóplato izquierdo que trae como consecuencia justamente una especie de calambre y sensación de hormigueo en todo ese brazo. El brazo dormido.
Y de noche no encuentro posición.
Es domingo y ya ayer se perdieron las primeras dos horas con las que contaba para trabajar en la obra. O sea el pequeño atisbo de plan de escritura para esto días arrancó fallando y así como así por una cosa o por otra (desables y no deseables, placentearas y no tanto, etcetera y etcetera) se esfumó ese primer par de horas de trabajo. Se perdieron en el aire, en la calle, en otros trabajos. Se fueron , se murieron y ya nunca volveran.
Ahora, así dolorido y somnoliento y pensando metáforas a partir del dolor cervical, encaro este nuevo y resplandecientísimo (?) día con la esperanza de avanzar algo (más) en la escritura. Es una mañana como de cuento con el sol en el cielo, el cielo celeste, y unos pajaritos gorjeando alegres cerca de la ventana de la habitación. Por supuesto (obviamente) tengo hoy también un montón de cosas para hacer además de esta (que en algo es la única que realmente me importa) y el día se agazapa para robarme el tiempo e impedir con todo tipo de artimañas que yo escriba.
Duele el cuello, la cabeza, duele el brazo y también la mano. Hacen ruido los dedos en el teclado, zumba la computadora, titila el monitor y yo me preparo para pelear las primeras dos horas de escritura del día sin saber (¿será ese el dolor del cuello?) qué voy a escribir , cómo resolveré los infinitos problemas a los que me enfrento en la obra como por ejemplo (apenas un detalle!) sobre qué cosa finalmente tratará.


(Siguen los pajaritos, además ladra un perro y ya que estamos pasa un avión.)

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