viernes, 26 de octubre de 2007

LA ADICCION MAS QUERIDA


Anoche me fuì a la cama a dormir justo inmediatamente después de haberme quedado dormido en el sillón frente a la màquina mientras escribía y de esa forma iniciaba "oficialmente" este diario llamado, tal vez un poco pretenciosamente "Diarios de Autor". Tal vez pretenciosamente. Tal vez, solo tal vez.
Autor, autor de qué ? puede preguntar alguno en todo su derecho. Autor en potencia podría responder yo refiriéndome por ejemplo a la posibilidad, el deseo, la intención, la voluntad de escribir y terminar en algún momento una obra de teatro, un libro, una novela... Autor sí de poesías ya escritas aunque nunca publicadas. Autor , escritor, autor que escribe aunque nadie o casi nadie lo sepa...Autor de mi propia vida podría responder también cayendo en una metáfora un poco gruesa.
Si tengo en mi máquina una carpeta que se llama "Autor", porque no tener un blog que refleje ese proceso, ese camino, esa voluntad.
Crear una adicción a la pluma o a las teclas, da igual.
Escribir hasta quedarse dormido frente a la pantalla, levantarse y salir corriendo a escribir. No poder dejar de hacerlo. Hacerlo todo el tiempo. En concreto. También en la cabeza, mientras se come, se caga, se camina, se hace deporte, se va al trabajo y se vuelve, mientras se coje, mientras se atraviesan problemas, mientras se logran soluciones, mientras se lucha y también mientras se lavan los dientes. Todo el tiempo pero más que nada en la máquina, en el cuaderno, en un papel cualquiera, en una servilleta, en un boleto de tren. Escribir, escribir, escribir , escribir. Sin parar y sin pensar si lo que se escribe es bueno o malo. escribir lento pero también a toda velocidad. Escribir hasta que se prendan fuego los deedos, hasta que se quemen las manos, hasta que estalle el papel. Y corregir y todo eso, obvio, también. Y distinguir claro lo que se escribe en un diario-este por caso- y lo que se escribe como obra ¿o es todo obra?.
Escribir y escribir: intoxicarse de escritura, fumarse las palabars, inyectarse las letras, inhalarlas. Volverse un adicto a voluntad. Enfermarse de eso. Curarse con eso. La enfermedad y la medicina juntas. Eso. Feliz enfermedad que cura y hace de la vida propia, la de los demás y tal vez del mundo un lugar mejor para vivir o por lo menos -y como premio consuelo- un lugar menos peor.

No hay comentarios: